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Mejores amigos (IV)



Cuando Rodrigo despertó notó que estaba solo en su cama. Alzó la vista y no vio indicios de Andrés, siempre tuvo el sueño pesado y eso ahora no le preocupaba. Lo que llamaba su atención era el intenso dolor que su cuerpo ahora recibía como propio. Una sensación extraña que no le permitía sentarse con rapidez ni moverse con naturalidad. Debía acostumbrarse, era un indicio de que su virginidad era “periódico de ayer”.

No pudo entender el poder que tenía el alcohol para cambiar a las personas. Nunca imaginó que su amigo tomara una actitud semejante, no renegaba de lo ocurrido, pero algo le decía en su cabeza que eso no terminaría bien. Tenía una carta a su favor. Fue Andrés quien comenzó pidiéndole un “beso”. Le parecía irreal, quería contárselo a Paola y verla sufrir por un momento, la razón llegó y lo bajó de esas nubes donde reposaba. La vida debía continuar en su caso para mejor.

Incomodidad sería la palabra que arropaba a los dos cuando se vieron esa tarde para ir a clases. Por primera vez Andrés cambiaba el lugar de partida que era la casa de Rodrigo a verse ambos en la parada de autobuses. Un saludo de manos fue el inicio de una conversación en susurros y sin tapujos entre ambos amigos.

-¿Tienes aún dolor?- dijo Andrés mientras miraba hacia los lados.
-Sí, es un dolor terrible, pero ya me acostumbraré.
-Nunca había tenido sexo con un hombre, muchas cosas giran en mi cabeza.
-¿Te gustó estar con un hombre?
-Me gustó estar contigo.
-A mí también. Ya me es difícil verte como mi mejor amigo.
-Tendrá que ser así.
-A ¿Qué te refieres con “tendrá que ser así”?
-No pretenderás que celebre que estuve contigo y le diga a todas las personas que conozca.
-¿Y Paola?
-¡No se puede enterar! Esto debe ser un secreto entre tú y yo.
-¿Qué te sucede Andrés? Pretendes tener doble identidad.
-Ante los ojos del mundo soy heterosexual, necesito tener presente esa idea en mi cabeza.
-Heterosexual y besas a un hombre. Heterosexual y me haces sexo oral. Una cosa no tiene nada que ver con la otra.
-Sólo te pido por tu bien no decir nada.
-¿Me amenazas?
-Por el bien de la amistad es mejor guardar silencio,

Durante el largo viaje a la universidad todo fue tensión entre los dos. Andrés se sentía acomplejado por lo ocurrido. Maldijo mil veces la hora en que bebió alcohol y las consecuencias que trajo lo ocurrido en su vida. Estaba confundido. Notaba molestia en Rodrigo, pero necesitaba hacerle entender su parecer. La confusión reinaba en su cabeza y lo atormentaba de mil maneras. Reconocía a sí mismo que lo ocurrido fue algo nuevo pero excitante a la vez. Sentía atracción por Rodrigo de gran manera, pero no podía decirlo, era mejor hacerle ver a su amigo que era un desliz juvenil que según él “podía ocurrir a cualquiera”.

Rodrigo se sentía sucio, molesto consigo mismo y traicionado por su amigo. Quería sentir que perder la virginidad era lo más hermoso para él, tenía una mente rosa y le dolía la manera en que Andrés tomó la situación. El dolor que sentía en su trasero le removía las entrañas y le llegaba a su cerebro que se burlaba de manera por lo ocurrido. Caía como un tonto ante semejante bochorno. Sentía que para Andrés era sólo diversión momento de borrachera, cuando para él era un momento “sagrado” en su vida que terminaba siendo desechada. Por segunda vez su mejor amigo hacía estragos en su vida.

Así pasaron los días, semanas y meses y la situación no cambiaba. Lo que era nuevo era la resignación que acompañaba a Rodrigo, que decidió ser el “amigo con derechos” de Andrés. Jugaban a eso, sin pensar en las consecuencias futuras. Eso alivió la tensión (o eso parecía) entre los dos. Andrés salía a comer o a fiestas con Paola y Rodrigo, quienes lentamente se convertían en mejores amigos también. Eran confidentes y con detenimiento y calma Rodrigo escuchaba las historias de alcoba entre sus mejores amigos. Sonreía delante de ellos. Aunque su alma no lo hiciera. Quería estrangular a su a Andrés, lanzarlo por unas escaleras y borrar todo lo ocurrido. En ocasiones Paola lo llamaba desesperaba cuando terminaban peleando. Al final Rodrigo tomó todo con ironía. Todo se salió de control mientras terminaba de tener sexo con Andrés y Paola llamó con lágrimas en sus ojos al que consideraba “un hermano en las buenas  y las malas”.

-Ya no sé qué hacer Rodrigo. Andrés parece desinteresarse por mí- Los dos hacían muecas y reían sin sonidos al escuchar lo que decía la chica.
-¿Ya probaste todo?
-Te lo juro, no sé que puedo hacer.
-¿Probaste con morderle la espalda?- Andrés tocaba la espalda de su amigo mientras éste hacía mofas a Paola.
-¿Cómo sabes que funcionará?
-A los hombres le gusta, hazlo. Verás efectos inmediatos.
-Tengo que contarte algo y es muy serio… júrame no decirle nada a Andrés.
-Cuéntame, qué ocurre- la duda entró en sus mentes.
-Creo que estoy embarazada.
-¡Madre mía!... ¿ya te hiciste la prueba?
-Aún no. Quiero que me acompañes.
-Trato hecho.

Rodrigo golpeó con fuerzas a Andrés. Estaban en la casa del segundo. Se marchó sin escuchar explicaciones. Quiso terminar todo de una vez. Sentía que ese juego debía acabar cuanto antes, más cuando en el medio de los tres un niño aparentemente iba a nacer. No era una mala persona, pero su cambio daba indicios de ello. Andrés sólo pedía disculpas por teléfono que no eran contestadas. Parecía que lo mejor era distanciarse. Por el bien de todos.

Con el pasar de los días se supo que era una mentira de Paola. Lo que terminó desencadenando un rompimiento de relaciones. Esto no hizo cambiar de parecer a Rodrigo. Los compañeros de la universidad notaron un distanciamiento entre los dos, querían saber lo que ocurría; pero vagas respuestas les hacía entender que no querían tocar el tema. Dejaron todo quieto esperando su debido momento.

Rodrigo hizo distancia. A su pensar Andrés sólo lo veía como un amigo con derechos, y él necesitaba amor. Una persona que a diario le escribiera. Le diera los buenos días, preguntara cómo le fue y en bromas imaginaran una vida feliz en lugares muy lejanos al pueblo andino olvidado. ¡Y lo encontró!

Un chico se presentaba como el mejor postor para conquistar el corazón de Rodrigo. Guapo, atlético, pero sobre todo Inteligente y culto. “El paquete completo”.  A Dios pedía tener una oportunidad como esa y ya que la tenía tan cerca, no existía un motivo grande para perderla. Bueno sí. Andrés. Aunque no lo quisiera reconocer, en el fondo sabía que aceptó ser el amigo con derechos de su compañero porque lo quería. Para él era mejor mendingar amor que no tenerlo. Juró salir de eso y en pocas semanas ya sentía maripositas en su estómago con su nuevo ligue.

Andrés pidió sólo una oportunidad. “Ven mañana al cumpleaños de mi hermana, tengo muchas cosas qué contarte” decía el mensaje de texto enviado a Rodrigo. Éste aceptó le explicaría que era mejor seguir siendo amigos. Valoraba su amistad, aunque le reprochaba la manera que según él “jugó con sus sentimientos”.
El día llegó y a muy tempranas horas se dirigió a la casa de su amigo. La fiesta no había comenzado. Se tomó la gentileza de ayudar a la madre de Andrés, quien agradecida por el gesto le exclamaba a Dios tener un hijo como Rodrigo” esto hacía que las risas fueran cómplices entre los dos. La señora quien esperaba al amigo de su hijo los fines de semana para tomar café en las tardes (porque en su casa nadie le gustaba esa bebida) veía con buenos ojos esa amistad. Había ofrecido a Rodrigo ir con ellos a la playa, era uno más de la familia.

Algunas cosas comenzarían a salirse de control ese día en la fiesta. Momentos que cambiarían el destino de los dos. Por desgracia Rodrigo y Andrés descubrirían que el alcohol no sería el mejor aliado para ellos. Terminarían desencadenando un escándalo de proporciones “apocalípticas” en el pueblo olvidado. La mesa estaba servida, quizás el tema corriera de ventanal en ventanal por las casas del lugar. Eran las seis de la tarde y la fiesta iba a arrancar. “¡Qué Dios los agarre confesados!” diría la persona que contó la historia. Lo que venía era candela… ¡Candela pura!



Comentarios

  1. Me gusto mucho, la historia, bien escrito, entretenido. Un abrazo.

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  2. Muchas gracias Estela. Gracias por tomarte el tiempo de leer y comentar.
    Un abrazo a lo lejos.
    Saludos.

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