¿Qué te puedo decir? Hoy fue un día incómodo para mí. Ayer no
escribí porque fui a la fiesta de Andrés, estuvo buena, no como esperaba pero
al final terminé embriagándome. El cumpleaños se celebró en el patio de su
casa, tuvo que esconder las gallinas y amarrar al rabioso (según él) perro que
tiene pinta de viejo y cansado, agotado por una vida de maltrato y sufrimientos
¡Qué difícil ser un animal! Rodrigo no asistió y me desanimé por completo,
saqué del armario la mejor ropa que tenía con la intención de sorprenderlo pero
su padre lo castigó. La fiesta duró hasta la llegada del sol. La cara de mi
madre era de otro mundo, ella sabe que su discurso sobre “Costumbres y buenos
modales” no sirven en mí, pero su regaño duró hasta que salí rumbo a la
universidad. El camino fue duro, mi cabeza golpeaba a cada instante con el
vidrio de la ventana del bus. Llegué y fue lo mismo, largas horas de clases,
apuntes en mi cuaderno y mis amigos juzgándome como inquisidores por mi aliento
de borracho. Lo más resaltante del día fue un relato que leyó una compañera en
el salón donde hablaba de una rara enfermedad que había cobrado la vida de ocho
personas, no saben qué es, si es un virus o una bacteria. La profesora la
silenció y le dijo que era mejor tener más pruebas. Muchos se burlaron en su
cara. No sé por qué, pero muchas ideas raras llegaron a mi mente, incluso bajo
los ataques incesantes de Morfeo sentí que vivía en carne propia los estragos
de esa “apocalíptica enfermedad”.
II
¡Hoy vi a Rodrigo! A lo
lejos me saludó. El movimiento de su mano, la sonrisa dibujaba en su cara y los
hoyuelos que aparecieron para alegrarme el día me permitirían morir en paz si
mi muerte llegara esta noche. No entiendo por qué el amor llega a mi vida de
manera tan extraña, sin pedir permiso y sin siquiera avisarme. La juventud es
una etapa extraña, ya tengo 22 años querido diario y me siento en la vejez, ya
no me gusta correr, saltar, gritar y hacer esas cosas que al tener 17 hacía sin
medir consecuencias. Eso de que la edad cambia a las personas es cierto. No
quiero desviarme del tema, quiero seguir
hablando de él, de Rodrigo. ¡Si lo vieras! No tenía la mejor vestimenta, y
reconozco que estaba algo sucio, con ropa de casa, pero hasta con un taparrabos
lo veo como el hombre de mi vida. Los dos en un caballo blanco corriendo
cabalgando por praderas, mientras algunos dientes de león se desprenden de sus
raíces y llegan a posar sobre mi larga cabellera. A veces se me va la mano
con comentarios rosas que están fuera de lugar. ¿Te acuerdas que ayer te hablé
de esa enfermedad rara? Parece que es cierto, no es un cuento de camino. Ya han
muerto quince personas. Aunque las autoridades no han dicho nada al respecto y
debe ser cierto porque el periódico más importante (donde quiero trabajar) del
país lo anunció en primera plana. En el pueblo andino olvidado las personas
están dividas en torno al tema. No escribo más porque me siento cansado y
mañana debo acompañar a mi madre a comprar comida (si es que llega) en el
mercado. No soy político pero este gobierno nos tiene pasando hambre.
III
Querido diario, hoy
amanecimos con la noticia de que cien personas habían fallecido en tan sólo
tres días. Se han encendido todas las alarmas posibles. Al parecer esa extraña
enfermedad es una bacteria. Con sólo tocarte una persona infectada no tienes
escapatoria. Un doctor en televisión explicó que los síntomas comienzan el primer
día con fiebre y malestar general, el segundo día te salen ampollas que no sé
cómo explicarte lo horrible que se ven y luego el tercer día cada parte de tu
cuerpo es comida para la bacteria y terminas en la muerte. El gobierno pidió a
todos los familiares de las víctimas no realizar un entierro cristiano. Deben
incendiar el cuerpo a lo lejos. ¿Qué está ocurriendo? Yo sé que tú no lo sabes
pero necesito preguntarle a alguien. En el pueblo andino olvidado un grupo
elegido por la comunidad fue a buscar comida suficiente para sobrevivir a esta
enfermedad apocalíptica. Las señoras “piadosas” no salen de las iglesias y
algunas licorerías tienen horario las veinticuatro horas. Muchos están seguros
de que es un castigo de Dios.
IV
Ha transcurrido una semana
desde la última vez que escribí en tu cuerpo querido diario. ¡Si supieras todo
lo que ocurre! Mientras más personas se infectaron, la tasa de muertes aumentó
drásticamente. En la capital, personas infectadas que ingresaron al metro
esparcieron la bacteria por el lugar. Turistas que se desplazaban de un lugar a
otro contaminaron los lugares que visitaban. No ha habido avances
significativos para encontrar una cura ante la llamada “Enfermedad
apocalíptica” lo que se descubrió fue que la bacteria entra en contacto con el
ser humano quince días antes de lo esperado. Esto puso a muchos científicos la
cabeza al revés. Se dieron cuenta que todo el país está contaminado. Han muerto
cinco millones de personas en sólo una semana. Países del mundo han prohibido
la entrada de venezolanos. Los que llegaron antes entraron en una espacie de
cuarentena y se dice (no sé si sea cierto) que en países del medio oriente
calcinaron vivos a muchos paisanos. El pueblo andino olvidado fue cercado y es
custodiado por todos nosotros en turnos. Tenemos armas, piedras y cualquier
cosa que nos sirva para defendernos. Se me había olvidado decirte que por
primera vez vi los aviones caza de las fuerzas armadas. Surcan nuestros cielos
muy seguidos. Algunos militares a lo lejos nos vieron y con megáfono nos
explicaban que nos dejaban algunos alimentos. Hoy hicieron apuestas de cuántos
morirían mañana. Yo dije que la cifra llegaría a nueve millones, mis
contrincantes no creen que sea así. En la mañana sabré si gané o no, está en
juego una caja de cigarrillos. Rodrigo y yo nos toca vigilar en el mismo turno.
No sabes la alegría que sentí. Las mariposas revoloteaban sus alas por todo mi
estómago, sólo espero que no causen en él un huracán. Mañana en la noche le
confesaré mi amor. No tengo nada que perder, es una carrera contra el tiempo.
Quizás ya esté infectado, quizás no. Queda poca comida y si seguimos como
vamos. La vida en el país llegará a su fin en dos semanas.
V
Querido diario, estoy feliz
por dos cosas, gané la apuesta. En la radio dijeron que la cifra llegó a más de
nueve millones de fallecidos. ¡Estoy feliz! Pude fumar luego de días sin
hacerlo. Escondí algunos en un lugar secreto. El gobierno ha pedido ayuda
humanitaria, pero sus súplicas no son escuchadas. El Vaticano pidió en un comunicado
“misericordia para los venezolanos” pero muchos se hacen la vista gorda. Los
países hermanos han desplegado sus tropas y artillerías por si a alguien se le
ocurre la “brillante idea” de pasar a sus territorios. Estamos perdidos. Ayer
me le confesé mi amor a Rodrigo. Quedó sorprendido, no supo qué decirme. Me
dijo que no era homosexual, que yo era un amigo para él, no le creí. Eran
palabras que salían de su boca, no de su corazón. Lo conozco querido diario. Ya
de madrugada mientras fumábamos algunos cigarrillos, en la oscuridad y el
silencio lo besé. Él no opuso resistencia. Sonará rosa, pero fue hermoso. Hoy
le toca a su padre y a otros dos señores buscar comida. Irán a las montañas a
cazar, los militares no han enviado comida. “A veces creo que Dios nos está
enviando esto para castigarnos” es lo que dice mi madre cada tarde mientras
llora como una Magdalena. Yo no creo que sea cierto. No podemos ser los peores,
yo realmente no sé qué está ocurriendo. Llegamos a este mundo creyendo ser
eternos, que moriremos de viejo que nada de eso que aparece en las noticias lo
viviremos en carne propia, cuando lo vives parece irreal, el mundo se te cae y
comienzas a cuestionarte muchas cosas. No creo que me quede mucho tiempo de
vida, si hay vida después de la muerte creo que Dios nos regalará el cielo por
esto que estamos viviendo sólo nosotros. Si existe la reencarnación nuestra
segunda vida debe ser llena de lujos o con mucha salud, si al morir nos
convertimos en polvo y nada más, tendré que vivir a plenitud estos días que me
quedan, porque el mundo seguirá su curso. Mi muerte o la de los habitantes del
pueblo andino olvidado serán recordadas por pocos días. Sólo espero que
nuestros sufrimientos sean recompensados de alguna manera. Dios si existes,
explícame por qué nos quieres arrasar de esta manera tan particular. ¿Qué hemos
hecho para merecer tan cruel castigo?
VI
El padre de Rodrigo está
infectado. La cara de sorpresa de muchos se esfumó cuando el terror se apoderó
de todos. Ver la cara de mi amado, su dolor, sus lágrimas su desespero por no
abrazar a su padre, consolarlo, ayudarlo es realmente doloroso. Los habitantes
del pueblo andino olvidado llegaron a una decisión razonable desde mi parecer.
No excluirán al señor del lugar. Le darán cristiana sepultura y juntos todos
moriremos. Él era quien traía la comida junto a otros cada día, cazaban,
luchaban y se esforzaron por brindarnos un respiro ante tanta calamidad. Mañana
debe morir. Estuve en mi cuarto llorando, tenía miedo, me sentía inútil.
Rodrigo por cuestión de lógica deber ser el siguiente en morir, luego voy yo,
mi madre será la siguiente. He tratado de pensar con sangre fría pero me es
imposible. Verlo a él morir será un golpe duro para mí. Será un amor trágico
como aquellos de la literatura clásica, donde el sufrimiento llega a la cúspide
haciendo todo más bello. No sé si esté bien decirle a Rodrigo que quiero morir
junto a él, veré que pueda ocurrir. El abrazo que mi madre me regaló hoy fue
con sabor a despedida. El fin para nosotros es evidente. Es como cuando cada 31
de diciembre al esperar las doce campanadas sentimos un sobresalto cuando
faltan pocos minutos para que llegue el año nuevo. Aquí no habrá fuegos
artificiales, abrazos o lágrimas de felicidad, será un cerrar de ojos hasta la
eternidad. Una a la que hay que dejarle retazos de un pasado por escrito para
que la visión de un joven pueda sobrevivir a las mareas de un viento
traicionero que nos ha llevado a la tormenta más dura que un ser humano pueda
soportar.
VII
Mañana morirá Rodrigo, yo en
dos días. La fiebre y el malestar general no me permitían salir de la cama,
pero di mi mayor esfuerzo para escuchar la voz de mi amado. El agudo dolor que
siente (y que yo sentiré mañana) producto de esas ampollas es insoportable.
Cuando explotan desprenden un fétido olor que lleva a vómitos a algunos que van
a visitarlo. Mi fiebre es tediosa y los dolores que desde hoy me acompañan son
un calvario para mi cuerpo. Siento como la bacteria camina dentro de mí.
Imagino que ella o ellas estarán feliz al tener órganos nuevos con qué
alimentarse. No sé si mañana pueda escribir, yo estaré en cama mientras el
único hombre que amé es llevado a recibir cristiana sepultura, luego moriré yo.
Mi madre mañana comenzará con la fiebre y el malestar general, ya está
preparada. Si alguien llega a leer esto un día donde este mal ya no exista,
pueden conseguir los cigarrillos que escondí detrás de la iglesia del pueblo
andino olvidado, debajo del árbol de naranjas donde jugábamos a ser grandes
cuando éramos pequeños.
VIII
Llegó la hora. Es un inferno
el dolor que siento cada vez que escribo una palabra. Las ampollas de mis
manos, van explotando, al mover el lápiz. Rodrigo fue enterrado hace una hora
aproximadamente. Lloré como un niño de pecho. El dolor de mi alma marchaba en
sintonía con el de mi cuerpo, no creo que un ser humano pueda sufrir más. Las
fuerzas armadas lanzaron hoy una lluvia por todo el pueblo. Al parecer acaba
con la bacteria. Quizás mi madre logre salvarse. Llevó al entierro de mi amado
una rosa en mi nombre. Muchos han llegado a despedirse. Ahora lo hago yo.
Querido diario fuiste un escape para mis momentos difíciles. Gracias al padre
Ramón que me aconsejó tener uno. Te convertiste en mi mejor amigo, en mi
pañuelo de lágrimas cuando dejé salir mi verdadero yo. Hoy te dejo. Mi madre te
llevará hoy al naranjo donde reposarás hasta que alguien te acoja y pueda leer
lo que fue mi vida, desde mi adolescencia hasta mi muerte. Me voy detrás de mi
amor, le tenderé la mano a mi madre cuando llegue su momento (hoy tiene
malestar y fiebre) lamentablemente no te puedo llevar. Oí decir que algunos
escritores escriben para ser eternos, para dejar su huella en la posteridad. No
soy escritor, soy un simple joven que contaba su día a día. Voy a dormir porque
tengo sueño, debo aprovecharlo. En pocas horas la bacteria comenzará a comerse
todos mis órganos principales y yo ya no estaré aquí, pero quedas tú por mí. En
esta etapa de sufrimiento sentí que Dios si existe y sé que este diario llegara
a las manos de alguien que necesite respuestas como yo tuve preguntas algún
día. Que Dios permita salir de este infierno a todos los venezolanos, bueno los
que quedan. Ya han muerto más de 15 millones (la mitad de la población) y yo
desde mañana seré uno más de la estadística. Suerte mis paisano y cuando todo
marche bien, no olviden que pocos nos dieron apoyo. “Hoy por mí, mañana por
ti”.
Muy Bueno! Gracias por la lectura tan buena.
ResponderEliminarInvito a que leas mi Blog y espero te interese como me intereso el tuyo.
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bboybox.blogspot.com/2014/10/vuelta-casa-capitulo-xv.html
Me alegra que le guste. Un abrazo.
EliminarHola David.
ResponderEliminarEs un excelente relato, intenso, dramatico.
Felicitaciones.
Ricardo, un honor tenerte por aquí. Un abrazo y gracias.
EliminarMuy buena Descripción y correlación de los hechos. " realidad virtual a través del lápiz " .Muchas gracias. Feliz semana
ResponderEliminarMe alegra que te guste. Era la idea. Un abrazo y de nuevo gracias por pasarte al Suburbio. Un abrazo.
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