-¿En qué fallamos hijo?- preguntó el padre beta. Las lágrimas transformaron su rostro en un mar turbio donde la tristeza paseaba con el desconcierto. -Desde niño me gustan las mujeres- sentenció con serenidad Rodrigo. No era capaz de mirar a sus padres, para él todo estaba perdido. -Nadie se puede enterar de esto- dijo el padre alfa que cerró la puerta de golpe y marchó de la habitación tratando de buscar respuestas.