El pueblo andino olvidado, un lugar donde el viento cambiaba de rumbo para no tocar rostros de desesperanzas en su andar. Una tierra donde muchos se cobijaban en antiguas enseñanzas que nunca eran cumplidas. Fotografías de distintos santos acompañaban el quehacer diario de sus habitantes que dejando a un lado las herramientas para avanzar el difícil camino del éxito personal se refugiaban en hombres y mujeres que una vez hicieron el bien y con el tiempo fueron recompensados por sus acciones.