El cantar de los
gallos anunciaba un nuevo día en el pueblo andino olvidado. El nuevo mundo
había cambiado algunas fisonomías de lugar, aunque en ocasiones destellos de un
pasado de contrastes aparecía por las calles del poblado. El olor a café
siempre despertaba a Rodrigo, un joven esbelto que recibía aplausos silenciosos
al pasar. Proveniente de una familia respetada, el chico era primero en su
clase y aunque no mostraba sus sentimientos en público, era sabido que
numerosas familias luchaban por emparentar sus apellidos con el suyo. Ese día
debía ir a la clase de historia. Sentía que el profesor era un pesado.
Ya en el colegio la rutina era evidente cada día de su vida.
Saludaba a sus amigos, conversaba con algún admirador y sonreía sin parar. Era
cortés y de buenos modales. Todo esto le fue inculcado de pequeño por sus
padres, los Montalbán. El cambio repentino de vestidos del cielo, era indicio
de algo estaba por ocurrir. Trajes grises se posaron en el que para muchos era
el espejo de ese nuevo mundo.
El profesor de historia sacó de inmediato sus instrumentos y
comenzó a dictar la clase que había preparado con anterioridad. “Deformaciones
que casi nos llevan a la extinción” eran las palabras que en el centro de los
folletos se robaba las atenciones de los presentes. Entregó a todos uno. Y
empezó su clase. Luego de veinte minutos de historia entretenida para muchos
(no para Rodrigo) comenzaron a ser respondidas las dudas y preguntas. Cuando el
joven Montalbán abrió sus labios, los presentes volcaron sus miradas hacia él.
-¿Y qué ocurrió?- preguntó Rodrigo con un rosto que mostraba
más dudas que certezas, aunque en lo profundo todo estaba claro.
-Los hombres y mujeres tenían relaciones sexuales-dijo el
profesor.
-¿Relaciones sexuales?- a una sola voz preguntaron los
estudiantes del último año de colegio a su guía.
-Sí. Los opuestos tenían sexo y procreaban hijos.-Al ver las
cara de sorpresa de sus estudiantes el maestro prosiguió- A esta etapa de la
historia de la humanidad la conocemos como Oscurantismo II. Por miles de años
los seres humanos mantenían relaciones sexuales y procreaban hijos. Sin
organización, sin estar preparados sobrepoblaron el planeta y por poco nos
extinguen. ¿Recuerdan que hablamos de las religiones? –Todos asintieron con la
cabeza- Bueno, para ellos la procreación dentro del matrimonio era válido y
bendecido por su Dios. Un ser supremo que no sabía de estadísticas ni fue capaz
de decirle a sus seguidores lo que podía ocurrir.
Rodrigo que sentía incomodidad ante las palabras de su profesor, sintió que debía decir algo para abolir esa
teoría. Sus manos sudaban como ducha abierta. Su corazón fue más fuerte y por
vez primera doblegó su razón.
-Profesor, usted nos dijo una vez que los seres humanos
veníamos del simio…
-Estás en lo correcto- interrumpió el profesor, mientras se
quitaba las gafas y se sentaba en el escritorio.
-Si los seres humanos venimos del mono, que son animales…
quiere decir que nosotros también lo somos. Entonces ¿No es natural que dos
seres del sexo opuesto tengan relaciones sexuales?
El silencio se apoderó de la clase. Los alumnos quedaron
desconcertados ante las palabras de Rodrigo. Un chico con las mejores calificaciones
de su escuela y de quien se decía tenía las puertas abiertas de cualquier
universidad de prestigio mundial.
-Si nosotros los seres humanos hubiéramos seguido los
instintos animales, nuestra existencia en el planeta habría acabado tiempo
atrás. Fue nuestra capacidad de evolucionar lo que nos hizo replantearnos
ciertas costumbres. Rodrigo, la homosexualidad nos ha permitido vivir a
plenitud, sin guerras, sin enfermedades y tantos tormentos que azotaron a nuestros
antepasados. El hombre no es una especia natural, con el sólo hecho de pensar
dejamos de ser fieras para ser seres razonables.
-¿Rodrigo no será que eres heterosexual?- dijo uno de los
compañeros del salón.
Las risas que produjeron ese comentario incomodaron al joven.
Se sintió expuesto, incomprendido y por primera vez humillado. La frase “Rodrigo
es raro” fue cantada con tanta solemnidad que se asemejaba al coro que usaban
vestidos formales en el centro de ayuda de la localidad. El profesor no hizo
nada, mostrar sus dientes fue señal de que aprobaba la letra de esa música tan despectiva.
El timbre sonó, el brillante joven tomó sus libros y salió del salón de clases.
Diego, su amigo de infancia, se fue tras él para saber lo que ocurría.
¿Acaso un joven no puede dar su opinión sin ser bombardeado
por humillantes burlas que sólo aprietan el corazón hasta hacerlo explotar?
¿Era un pecado pensar distinto? ¿Podían estar todos equivocados en ese mundo
tan perfecto? El camino se hacía largo para Rodrigo quien a su mayoría de edad
no comprendía ciertas cosas. El tormento que vivía desde niño comenzaba a tomar
vida y pedía el espacio que merecía. Quería decir a los cuatro vientos lo que
sentía, lo que vivía, lo que creía; pero algo le decía que ser heterosexual en
ese mundo apegado a ley era como ponerse una soga al cuello. Tener dos vidas no
era nada fácil, era momento decidir cuál sería vomitada.
Habían transcurrido quinientos años desde que la vida en el planeta había “llegado
a su fin”. El aumento drástico de la población mundial hizo casi imposible que los gobiernos fueran a la par de las
demandas básicas que exigían sus pobladores. La falta de lugares donde cosechar
alimentos, la disminución del agua potable y el aumento de comidas sintéticas
llevaron al planeta a un colapso. El conflicto armado parecía la única
solución, en efecto lo fue. De 30 mil millones de habitantes solo veinte
millones sobrevivieron. En medio milenio el planeta pudo respirar. Se prohibió
la reproducción sexual y se aceptó la homosexualidad como modo de vida. Cada
familia podía tener dos hijos, hembra y varón si lo deseaba. Los actos
heterosexuales eran ferozmente castigados, algunos eran castrados, paraban en
la cárcel o los esperaba la muerte. Era tan repugnante ver a dos seres de sexos
opuestos juntos que la presión, el señalamiento y la culpa de ser “raro” en un
mundo perfecto llevaba a muchos al suicidio, que ocupaba el segundo puesto de
muertes en el mundo luego de la muerte natural.
Diego intentó charlar con su amigo pero fue en vano. Era el
único que sabía el secreto que guardaba Rodrigo, y eso porque su hermana era su
pareja. Dejó dicho a sus padres que necesitaba comunicarse con él. “Dígale que
me llame cuando pueda” dijo a los señores Montalbán.
De noche, su padre alfa le dijo que tenía visita. “Es la hermana
de Diego”. La hicieron pasar a su cuarto, al verla sintió que su alma volvía a
su cuerpo. Se abrazaron y besaron por un largo tiempo, mientras las lágrimas de
Rodrigo pasaban por sus labios convirtiendo el acto en un encuentro romántico
tocado por diminutas gotas de un mar que no era dulce.
-Ya Diego me contó lo ocurrido- dijo la chica frenando el
beso- te estás exponiendo sin darte cuenta.
-No pude contenerme, no fue nada fácil para mí- dijo el joven
buscando la ventana de su habitación- ¿Qué se cree ese tipo y todos aquellos
que transformaron el mundo en la basura que es?- una larga pausa fue cortada
cuando este repuso- ¿Es una falta grave creer en un Dios? ¿Acaso ir en contra
de la razón y dejarse guiar por lo natural es pena de muerte? ¡Laura por Dios! Las
cosas como las vemos no son lo que son.
-Creo que estás dejando que la situación se salga de control.
-¿No viste lo que ocurrió en África? Están permitiendo que
las personas puedan tener relaciones heterosexuales porque creen fervientemente
en que todos tenemos los mismos derechos. En Asia permitieron el culto a
cualquier Dios o ser poderoso. Es un
gran avance. No podía dejar que un patán pisoteara mis ideales.
Laura su novia, observaba con detenimiento cada parte del
cuarto. Su mirada era llevada con la
rapidez de una montaña rusa, detuvo sus ojos en el cuadro que ocupaba gran
parte de la pared, “la evolución del mundo” todos tenían uno en cada hogar. En
sí no estaba preocupaba por ver las cosas de aquel lugar de cuatro paredes, las
conocía con los ojos cerrados. Sólo trataba de no prestar atención a las
palabras de su novio, llenas de tanta verdad en un lugar de verdades distintas.
-Creo que esto debe terminar- dijo la chica que marchando con
rapidez no dejó que Rodrigo pronunciara tan siquiera una palabra.
Consternado, atormentado la ira lo cobijó. Con rabia volteó
las cosas que adornaban su mesita de noche. Rompió los afiches, desordenó su
cama. En sus veintidós años el último había sido un golpe fuerte a su
integridad. Con furia rompió el cuadro de “La evolución del mundo”. Gritaba,
lloraba, se sentía solo y sin apoyo. Él,
que siempre fue el foco de las miradas, un ejemplo a seguir, la adoración de
muchos padres y madres que pedían a sus hijos asemejarse a él, hundido en una
crisis existencial que parecía no tener salida.
Sus padres al escuchar esos extraños y nuevos ruidos en la
habitación de su hijo subieron de inmediato a ver lo que ocurría. Sus ojos no
mentían, Rodrigo había sido llevado por la locura. No hubo tiempo de preguntar
lo que pasaba, de saber las circunstancias que lo llevaron a tomar ese acto de
desespero que ellos habían leído de esas historias clásicas del antiguo mundo.
Su hijo sentado en la cama dijo unas palabras que hicieron temblar el hogar.
-Sé que se preguntaran qué me ocurre o qué he hecho para
llegar a esto. ¡Tranquilos! No pasa nada. Sigo cumpliendo las leyes a
cabalidad. Sonrío, saludo, soy cortés y muy aplicado en los estudios. Tienen un
hijo que podría ingresar a una universidad de prestigio mundial decía con
ironía-.Puedo llegar a ser el hombre que dé voz y vida a este pueblo andino
olvidado. No soy perfecto. Dentro de mí desde hace un año me ocurren tantas
cosas extrañas y naturales a la vez-el padre Beta intentó interrumpir, pero
Rodrigo no lo permitió- ¡Por primera vez en sus vidas escúchenme!-el silencio y
asombro se posaron sobre sus parientes- No me siento bien con este mundo, ni
con sus leyes, ni costumbres. Si me dieran la oportunidad de cambiar todo con
un botón las cosas fueran distintas, pero no me dieron a elegir. Padres, les
tengo una dolorosa noticia, no tanto para mí. He aceptado mi heterosexualidad…
soy raro y nada podrá hacerme cambiar de opinión.
Es interesante la trama de esta historia. Es un futuro bastante gris a pesar de que lo peor ya pasó. Las consecuencias de las drásticas decisiones por salvar a la especie crearon un infierno bastante terrible para aquellos cuya condición sexual antes estaba permitida y Rodrigo quiere salir de ese infierno.
ResponderEliminarEmpero, algo me dice que no será sencillo. Las aguas están comenzando a agitarse, señal de que un tsunami está apunto de arremeter.
Esto se va a poner bueno. Je, je, je. ¡Saludos!
No es nada fácil la vida en este nuevo mundo. Saludos Nahuel. Un abrazo.
EliminarMe encantan las historias de distopías, nos hacen reflexionar sobre la sociedad exponiendo su absurdo.
ResponderEliminarMuy buen cuento, David.
Abrazo.
Me alegra que te guste Federico. Era la idea que quería exponer. Esperemos qué pasa. Un abrazo.
EliminarJeje, muy bueno, creo que es el mejor relato que te he leído, ¿ya ves que por qué no debes abandonar la escritura? una estupenda distopía.
ResponderEliminarjeje Alejandra necesitaba de ustedes. Las palabras de aliento y esos regaños me hicieron entrar en razón. Gracias por estar ahí. Un abrazo.
Eliminarexcelente blog, Muy bueno a demás interesante, sin duda uno de los mejores escritores, todo el éxito del mundo para el hombre de la cultura, "El que tiene magia, no necesita trucos", y ese eres tu que Dios te bendiga siempre David.
ResponderEliminarMuchas gracias amiga. Me alegra que pases por mi Suburbio. Un fuerte abrazo.
Eliminar¡¡Impresionante David!! Ha sido curiosísimo y me ha gustado mucho. Espero que no llegue un día tan extremo y donde a ninguna persona, sea cual sea su orientación sexual, la priven de tener algo tan bueno como son las relaciones sexuales. Muy bueno
ResponderEliminarMe alegra que te guste Ana Lía. Pues los homosexuales aún viven eso en partes del mundo.
EliminarSaludos y un abrazo.