Luego de una larga espera pudo probar sus labios. Eran
carnosos y agrietados, pero eso no importaba, sobre todo cuando él movía su
lengua de un lugar a otro como a ella le gustaba, sentía que estaba soñando.
Y fue así, la ruidosa alarma le daba la bienvenida a otro día
siendo soltera. Estaba cansada de la misma rutina, comenzaba a creer que sus
amigas del colegio tenían razón cuando le advertían que sí seguía “ese camino
de libros” terminaría “vistiendo santos” era muy exagerado decir eso; pero para
algunos ya estaba en los inicios del curso.
Daniela sentía que ese hombre que había entrado en sus sueños
era real, necesitaba encontrarlo, aunque fuera como buscar una “aguja en un
pajar”. Caracas era una ciudad veinte veces más grande que el lugar de donde
venía, aunque tenía una carta a su favor era mejor no utilizarla. Cuando
reaccionó estaba sentada en el metro, yendo a un destino incierto y buscando a
un amor de sueños.
Recorrió centros comerciales, plazas, tiendas y avenidas, y
todo fue en vano. La desesperación estaba jugando sucio con ella, eso lo sabía;
pero ver a sus amigas con sus novios, con planes de matrimonio y sueños en
familia la agobiaban. Aunque nada se comparaba con las llamadas semanales de su
madre exigiéndole un nieto y heredero del perro, las dos tortugas y cuatro
gallinas de su hogar en los andes venezolanos, sentía que vivía un infierno.
Daniela Torres no supo qué fue usar maquillaje y labial hasta
después de graduarse de periodista, su vida estuvo centrada en ser la mejor de
la clase. Era muy estricta consigo misma, no toleraba ningún pensamiento
lujurioso y tormentoso sobre la vida que debía seguir. Su madre en muchas
ocasiones le mostraba un álbum con los chicos más guapos del pueblo, para
siempre terminar con la puerta en la cabeza. Ella comenzaba a enamorarse de lo
que más le gustaba hacer, dejando a un lado algunas banalidades de la vida que
podían hacerla reír cuando estuviera anciana esperando lo que todos esperan.
Se convirtió en una de las escritoras más importantes del
país. Su obras eran vendidas como “arroz caliente” parecía irreal todo lo que
estaba viviendo, aunque sin saberlo era el fruto de una siembra que comenzó
cuando era muy joven. Cuando decidió enviar la única carta de amor de su vida
al chico que según ella sería su marido.
El joven siendo algo inmaduro para su edad no dudó en
fotocopiar la carta, y hacer ecos de burlas a la joven enamorada. Sentía un
nudo en la garganta, un dolor en el corazón que no podía eliminar; no por ser
objeto de burla, sino porque su Romeo terminaba cambiando las páginas de una
novela en la que debían estar juntos. Desde ese día juro lealtad a las letras y
más nunca se volvió a enamorar, quizás sólo en sueños.
Derrota usó la carta que tenía bajo la manga. Cerró los ojos
y comenzó a detallar al amor de su vida, del que solo conocía en sueños y por
haberle dado el beso más largo y sensual de su vida (en realidad fue el
primero). Recordó su cabello con puntas, en forma de montañas, sus ojos café
que le recordaban el aroma de su pueblo. Su sonrisa emotiva que invadía sus
rincones más oscuros y su cuerpo de Dios griego que sin querer calentaban sus orejas.
Lo demás quedaba a su imaginación. Le agregó inteligencia, la práctica de tres
deportes: fútbol, natación y beisbol. Creó su título universitario, estaba
graduado en la mejor universidad del
país; se aseguró de que fuera una fiera en la cama, que el tamaño de su miembro
fuera grande y que estuviera perdidamente enamorada de ella, lo suficiente como
para matar a cualquiera que se interpusiera en su camino. Sólo faltaba un
nombre, Adrián, era el indicado.
Daniela comenzaba la historia de amor más importante de su
vida, sentía que estaba enamorada por primera vez, quería gritarlo al mundo.
¿Qué dirían aquellas que le decían que vestiría santos? ¿Quién sería capaz de
negar que su novio era un galán de telenovela?, ciega de su propio destino
comenzó a conocer a Adrián. Decidió guardar el secreto para no ser tildada de “loca”
y se aseguró de verlo todas las noches en su computadora. “Nadie entiende de
amores, mi príncipe. No es que me avergüence de ti, solo que si se enteran
serían capaz de despedirme… no comprenderán nuestro amor” le dijo ella cuando
en el quinto capítulo de su historia viva, éste se molestara en el restaurante
estrella de la ciudad.
Conoció a la familia de su querido novio, eran increíbles,
como ella lo esperaba (era obvio, ya los había imaginado literalmente) Sintió vergüenza
cuando lo llevó a conocer la que fue su casa. Su madre borracha le dijo que su
hija estaba demente, “No te enamores de esa loca, enamórate de mí” indignada
juró no visitar más a su madre y no pisar las tierras andinas que la vieron
nacer.
Cuando Adrián y Daniela tenían problemas en la relación, ella
dejaba de escribir; hasta que él llegaba con un ramo de flores a tocar las
puertas de su imaginación y cayendo a sus pies despertaba con él en la cama de
un hotel sin saber lo ocurrido. Marchaba rápido a su trabajo mientras ideaba su
nuevo libro, y ya de noche entraba en las páginas de su vida para saber cómo
estuvo el día de su amado.
-¿No es ésta la vida de un escritor? ¿Imaginar, recrear y ser
parte de una historia?- Dijo Daniela el día que confesó el secreto a su amiga.
-No, ¡estás loca!
-Es como si escribieras un libro, sólo que eres parte de la
historia y puede terminar con el final que siempre quisiste tener.
-Eso es huir de las responsabilidades de la vida, la realidad
no es fácil, pero no nos queda de otra. Escribimos para darles voz a personajes
reales o ficticios que atormentan nuestra cabeza, no para ser parte del
conflicto.
-Te lo dije Adrián, sabía que nadie me podía entender.
Daniela marchó a su apartamento, mantuvo una discusión con su novio quien molesto por lo ocurrido no
sabía qué decir. Las cosas se salieron de control cuando éste le pegó porque
ella contestó de mala manera. Daniela quería gritar, pero Adrián tapaba su boca
con sus gruesas manos, él era más fuerte que ella, estaba atrapada. Al final
éste le pidió disculpas y le hizo jurar que nunca se dejarían el uno al otro,
ella con lágrimas y asustada aceptó. Le entregó un anillo de compromiso
sellando una unión llena de terror.
Luego de dos semanas llegando con golpes y moretones al
trabajo su amiga decidió actuar. Ella decía qué nada ocurría, hasta que
aceptando su juego le dijo que también él la visitaba y amenazaba. Daniela se
sintió comprendida y contando todo lo ocurrido se entregó a los brazos de su
amiga quien la consoló por días hasta que la hizo entrar en razón. Bajo el acoso de Adrián que no interactuaba
con ella pero atormentaba a Daniela su mejor amiga decidieron actuar rápido “Un
profesional nos dirá que hacer, confía en mí” dijo ella en la capilla de un
hospital.
El psiquiatra encontró el problema, Daniela sufría de
Personalidades Múltiples. Luego de un largo proceso donde su amiga fue la
fuente de ayuda, terminó destruyendo su computadora y el anillo de compromiso
que el amor de su vida una vez le dio. Desde ese momento Adrian desapareció de
su vida, dejándole un recuerdo agridulce de lo que siente estar enamorada por
primera vez. Siguió su vida y terminó conociendo a un atleta que estaba sentado
una noche en el parque donde hacía ejercicios. Él se acercó a su lado, ella
nerviosa sólo sonrió, éste muy seguro de sí mismo le dijo “Me llamo Luis
Adrián, es un placer conocerte, aunque creo ya nos hemos conocido”. Desde ese
momento cada noche se encuentran a escondidas, para no ser juzgados por
aquellos que no comprenden las cosas del amor.
¡Que historia la de esta chica! por momentos parecia que todo lo imaginaba.El relato exelente, como siempre un placer leerte.
ResponderEliminarPobre, de verdad me compadecí mucho por ella mientras la escribía. Saludos compañera, un abrazo.
ResponderEliminarNos seguimos leyendo.
Excelente relato, siempre he dicho que en muchas ocasión es larealidad supera a la ficción, o tal vez, la ficción superó a la realidad. Gracias por compartir. Un abrazo.
ResponderEliminarMil gracias a ti por leer y comentar. Saludos.
ResponderEliminarUn abrazo a lo lejos.
Precioso y muy bien contado. Felicidades
ResponderEliminarGracias compañero. Saludos desde Venezuela.
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