Cuando Rodrigo despertó notó que estaba solo en su cama. Alzó
la vista y no vio indicios de Andrés, siempre tuvo el sueño pesado y eso ahora
no le preocupaba. Lo que llamaba su atención era el intenso dolor que su cuerpo
ahora recibía como propio. Una sensación extraña que no le permitía sentarse
con rapidez ni moverse con naturalidad. Debía acostumbrarse, era un indicio de
que su virginidad era “periódico de ayer”.
No pudo entender el poder que tenía el alcohol para cambiar a
las personas. Nunca imaginó que su amigo tomara una actitud semejante, no
renegaba de lo ocurrido, pero algo le decía en su cabeza que eso no terminaría
bien. Tenía una carta a su favor. Fue Andrés quien comenzó pidiéndole un “beso”.
Le parecía irreal, quería contárselo a Paola y verla sufrir por un momento, la
razón llegó y lo bajó de esas nubes donde reposaba. La vida debía continuar en
su caso para mejor.
Incomodidad sería la palabra que arropaba a los dos cuando se
vieron esa tarde para ir a clases. Por primera vez Andrés cambiaba el lugar de
partida que era la casa de Rodrigo a verse ambos en la parada de autobuses. Un
saludo de manos fue el inicio de una conversación en susurros y sin tapujos
entre ambos amigos.
-¿Tienes aún dolor?- dijo Andrés mientras miraba hacia los
lados.
-Sí, es un dolor terrible, pero ya me acostumbraré.
-Nunca había tenido sexo con un hombre, muchas cosas giran en
mi cabeza.
-¿Te gustó estar con un hombre?
-Me gustó estar contigo.
-A mí también. Ya me es difícil verte como mi mejor amigo.
-Tendrá que ser así.
-A ¿Qué te refieres con “tendrá que ser así”?
-No pretenderás que celebre que estuve contigo y le diga a
todas las personas que conozca.
-¿Y Paola?
-¡No se puede enterar! Esto debe ser un secreto entre tú y
yo.
-¿Qué te sucede Andrés? Pretendes tener doble identidad.
-Ante los ojos del mundo soy heterosexual, necesito tener
presente esa idea en mi cabeza.
-Heterosexual y besas a un hombre. Heterosexual y me haces
sexo oral. Una cosa no tiene nada que ver con la otra.
-Sólo te pido por tu bien no decir nada.
-¿Me amenazas?
-Por el bien de la amistad es mejor guardar silencio,
Durante el largo viaje a la universidad todo fue tensión
entre los dos. Andrés se sentía acomplejado por lo ocurrido. Maldijo mil veces
la hora en que bebió alcohol y las consecuencias que trajo lo ocurrido en su
vida. Estaba confundido. Notaba molestia en Rodrigo, pero necesitaba hacerle
entender su parecer. La confusión reinaba en su cabeza y lo atormentaba de mil
maneras. Reconocía a sí mismo que lo ocurrido fue algo nuevo pero excitante a
la vez. Sentía atracción por Rodrigo de gran manera, pero no podía decirlo, era
mejor hacerle ver a su amigo que era un desliz juvenil que según él “podía
ocurrir a cualquiera”.
Rodrigo se sentía sucio, molesto consigo mismo y traicionado
por su amigo. Quería sentir que perder la virginidad era lo más hermoso para
él, tenía una mente rosa y le dolía la manera en que Andrés tomó la situación.
El dolor que sentía en su trasero le removía las entrañas y le llegaba a su
cerebro que se burlaba de manera por lo ocurrido. Caía como un tonto ante
semejante bochorno. Sentía que para Andrés era sólo diversión momento de
borrachera, cuando para él era un momento “sagrado” en su vida que terminaba
siendo desechada. Por segunda vez su mejor amigo hacía estragos en su vida.
Así pasaron los días, semanas y meses y la situación no
cambiaba. Lo que era nuevo era la resignación que acompañaba a Rodrigo, que
decidió ser el “amigo con derechos” de Andrés. Jugaban a eso, sin pensar en las
consecuencias futuras. Eso alivió la tensión (o eso parecía) entre los dos.
Andrés salía a comer o a fiestas con Paola y Rodrigo, quienes lentamente se
convertían en mejores amigos también. Eran confidentes y con detenimiento y
calma Rodrigo escuchaba las historias de alcoba entre sus mejores amigos.
Sonreía delante de ellos. Aunque su alma no lo hiciera. Quería estrangular a su
a Andrés, lanzarlo por unas escaleras y borrar todo lo ocurrido. En ocasiones
Paola lo llamaba desesperaba cuando terminaban peleando. Al final Rodrigo tomó
todo con ironía. Todo se salió de control mientras terminaba de tener sexo con
Andrés y Paola llamó con lágrimas en sus ojos al que consideraba “un hermano en
las buenas y las malas”.
-Ya no sé qué hacer Rodrigo. Andrés parece desinteresarse por
mí- Los dos hacían muecas y reían sin sonidos al escuchar lo que decía la
chica.
-¿Ya probaste todo?
-Te lo juro, no sé que puedo hacer.
-¿Probaste con morderle la espalda?- Andrés tocaba la espalda
de su amigo mientras éste hacía mofas a Paola.
-¿Cómo sabes que funcionará?
-A los hombres le gusta, hazlo. Verás efectos inmediatos.
-Tengo que contarte algo y es muy serio… júrame no decirle
nada a Andrés.
-Cuéntame, qué ocurre- la duda entró en sus mentes.
-Creo que estoy embarazada.
-¡Madre mía!... ¿ya te hiciste la prueba?
-Aún no. Quiero que me acompañes.
-Trato hecho.
Rodrigo golpeó con fuerzas a Andrés. Estaban en la casa del
segundo. Se marchó sin escuchar explicaciones. Quiso terminar todo de una vez. Sentía
que ese juego debía acabar cuanto antes, más cuando en el medio de los tres un
niño aparentemente iba a nacer. No era una mala persona, pero su cambio daba
indicios de ello. Andrés sólo pedía disculpas por teléfono que no eran
contestadas. Parecía que lo mejor era distanciarse. Por el bien de todos.
Con el pasar de los días se supo que era una mentira de
Paola. Lo que terminó desencadenando un rompimiento de relaciones. Esto no hizo
cambiar de parecer a Rodrigo. Los compañeros de la universidad notaron un
distanciamiento entre los dos, querían saber lo que ocurría; pero vagas
respuestas les hacía entender que no querían tocar el tema. Dejaron todo quieto
esperando su debido momento.
Rodrigo hizo distancia. A su pensar Andrés sólo lo veía como
un amigo con derechos, y él necesitaba amor. Una persona que a diario le
escribiera. Le diera los buenos días, preguntara cómo le fue y en bromas
imaginaran una vida feliz en lugares muy lejanos al pueblo andino olvidado. ¡Y
lo encontró!
Un chico se presentaba como el mejor postor para conquistar
el corazón de Rodrigo. Guapo, atlético, pero sobre todo Inteligente y culto. “El
paquete completo”. A Dios pedía tener
una oportunidad como esa y ya que la tenía tan cerca, no existía un motivo
grande para perderla. Bueno sí. Andrés. Aunque no lo quisiera reconocer, en el
fondo sabía que aceptó ser el amigo con derechos de su compañero porque lo
quería. Para él era mejor mendingar amor que no tenerlo. Juró salir de eso y en
pocas semanas ya sentía maripositas en su estómago con su nuevo ligue.
Andrés pidió sólo una oportunidad. “Ven mañana al cumpleaños
de mi hermana, tengo muchas cosas qué contarte” decía el mensaje de texto
enviado a Rodrigo. Éste aceptó le explicaría que era mejor seguir siendo
amigos. Valoraba su amistad, aunque le reprochaba la manera que según él “jugó
con sus sentimientos”.
El día llegó y a muy tempranas horas se dirigió a la casa de
su amigo. La fiesta no había comenzado. Se tomó la gentileza de ayudar a la
madre de Andrés, quien agradecida por el gesto le exclamaba a Dios tener un
hijo como Rodrigo” esto hacía que las risas fueran cómplices entre los dos. La señora
quien esperaba al amigo de su hijo los fines de semana para tomar café en las
tardes (porque en su casa nadie le gustaba esa bebida) veía con buenos ojos esa
amistad. Había ofrecido a Rodrigo ir con ellos a la playa, era uno más de la
familia.
Algunas cosas comenzarían a salirse de control ese día en la
fiesta. Momentos que cambiarían el destino de los dos. Por desgracia Rodrigo y
Andrés descubrirían que el alcohol no sería el mejor aliado para ellos. Terminarían
desencadenando un escándalo de proporciones “apocalípticas” en el pueblo
olvidado. La mesa estaba servida, quizás el tema corriera de ventanal en
ventanal por las casas del lugar. Eran las seis de la tarde y la fiesta iba a
arrancar. “¡Qué Dios los agarre confesados!” diría la persona que contó la
historia. Lo que venía era candela… ¡Candela pura!
Me gusto mucho, la historia, bien escrito, entretenido. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Estela. Gracias por tomarte el tiempo de leer y comentar.
ResponderEliminarUn abrazo a lo lejos.
Saludos.