La metamorfosis es un proceso por el cual un objeto o entidad
cambia de forma, es un concepto sencillo, fácil de entender. En nuestro mundo contemporáneo
es común asociar metamorfosis y el
proceso que ocurre en la mariposa. Algo parecido ocurrió con Daniel.
Recién cumplía sus 18 años, el mundial de fútbol que se
celebraba al sur de África había terminado, la madre patria celebraba su
primera estrella de la historia. Daniel celebró la victoria de “La Roja” como
si fuera propia, era la primera vez que veía casi en su totalidad un mundial de
fútbol (siempre que perdía Brasil apagaba el televisor) Desde ese día aseguró
ir por España y apoyarla desde el televisor de su hogar, sin importar que sus
amigos lo tildaran de “salta talanquera”.
Dos días después de ver como la candidata de su país en el
concurso de belleza universal no figurara luego de dos coronas seguidas,
decidió tomar una decisión importante, que cambiaría el rumbo de su vida. El “gusano”
comenzaba a prepararse para la transformación que definiría su historia desde
ese día.
Siempre añoró cumplir los 18 años, desde pequeño lo soñaba,
nunca hizo caso a esos comentarios que decían “Después que los cumplas, querrás
quitarte años para sentirte mejor” él nunca entendió eso, todos los niños de su
clase y que conocía querían ser grandes, y ahora los grandes querían ser niños.
Comenzó a sentir miedo por ser adulto, no por la edad, sino por lo extraño que
se comportaban ante algo tan fantástico como era para él cumplir años. Luego de años lo
entendería.
Daniel vivió en un mundo de mujeres, supo amarlas,
respetarlas, odiarlas y amarlas nuevamente. Para él la vida se dividía en el
amor a su abuela, su madre y su tía favorita; juntas conformaban un triduo
sagrado para él, como lo son el Padre, Hijo y Espíritu Santo para los
católicos. Los niños inocentemente abren heridas de manera sencilla, él pudo
vivirlo en carne propia, cuando en pleno receso de la escuela todos los niños
comenzaron a hablar de sus familias. Los más creativos (para no decir
mentirosos) contaban hazañas de sus familiares, viajes por todo el mundo,
luchas por tierras, y trabajos sorprendentes como trabajar en la NASA, nadie
sabía que era eso, así que creían todas las historias que salían de la boca de
ellos. “¿Cómo se llama tu papá?” preguntó uno de los niños, un amigo que hasta
el día de hoy conserva en los anaqueles de los recuerdos. Daniel no supo que
responder, no sabía qué era eso, ¿Comida favorita? ¿El último juguete de
acción? ¿Una mascota desconocida para él? Avergonzado lanzó una sonrisa que
escondía la falta de dientes de leche en su boca. “Yo no tengo papá” Muchos
asegurarían después como sabios del Sanedrín que esa sería la causa de su
metamorfosis. Él nunca compartió esa idea.
Comenzó a creer que era ciego, sus amigos empezaron a notar
en él aspectos que no eran comunes entre ellos, no podía descifrar lo que era. Creyó
que un piojo gigante e invisible para él caminaba por su cuerpo. Todos lo
miraban y señalaban y no era por admiración, al contario, era para mostrar
rechazo hacia él (cosa que nunca había sentido antes) Daniel sería uno más de
la encuesta, que decía que el 33% de la población mundial tenían ese piojo
invisible caminando en sus cuerpos. Para muchos Daniel era sinónimo de “maricón”
una palabra despectiva que siempre usó para referirse a otros, jamás pensó que
lo hicieran con él.
Con los años milagrosamente la cura llegó a su vida, el piojo
desapareció, no dejó rastros en el cuerpo de Daniel, se sentía mucho mejor. Él
no se consideraba homosexual y lo iba a demostrar de la única manera que
conocía: Enamorando a cualquier mujer. Gozaba de atributos físicos que lo
hacían superior (en términos de belleza) a muchos de su raza animal. La madre
de Daniel que ya observaba cosas que no le parecían nada alentadoras para
seguir la generación familiar (era hijo único) comenzó a rezarle a los más de dos mil santos del devocionario
católico. Rezaba en la mañana, en la tarde y de noche. Su súplica fue
escuchada, Daniel se unió a un grupo de la Iglesia Católica, se convirtió en un
“hombre de bien” y la madre podía dormir tranquila. No sabía cuánto tiempo
duraría tanta felicidad.
Daniel reconocía que el piojo seguía haciendo estragos en él.
En la iglesia, se sentía curado como el ciego de Jericó, los leprosos a las
afueras del templo y sanado como la mujer impura, se sentía un santo más; pero
en su hogar todo cambiaba. Una publicidad, una escena llena de erotismo, un
presentador de televisor, entre muchas escenas más, hacían que pusiera en duda
su identidad sexual. Decidió darse un tiempo. Y no asistir tan seguido a la
Iglesia, para empezar a decidir (como un ser pensante) qué rumbo tomaría su
vida.
La primera vez que besó una mujer el piojo durmió, la tarde
que descubrió la masturbación entró en terapia intensiva y el día que por
primera vez que tuvo contacto sexual con una de las hijas de Eva no murió, eso no
era lo que esperaba. Fue entonces cuando comenzó a confirmar la hipótesis de
muchos de que él era homosexual.
Cuando llegó a su hogar sentía que no lo podía creer, era lo
que le pedía a los santos a escondidas,
lo que deseaba desde que era un adolescente, el contacto íntimo con una mujer
lo imaginaba de una manera magnífica como le ocurrió en ese entonces. Pero no
cumplió sus expectativas, no llenó ese vacío en su cuerpo, y más aún, no
terminó de asesinar al piojo como él lo esperaba. Su novia era hermosa,
inteligente, le encantaba la literatura histórica y estaba muy avanzada en
genialidad para su edad. Pasaron algunos días y decidió contarle lo que le
ocurría, sabía que ella sería la primera en comprender su situación.
-XXX tenemos que hablar- dije con
voz fuerte pero seguro de su decisión, las cosas en él comenzaban a girar
-¿Por qué tan serio?- fueron las
cuatro palabras que salieron de su boca
- Lo de ayer fue algo maravilloso no
lo puedo negar, pero tengo que confesarte que…
-¿No te gusto?
-No es eso XXX, no eres tu soy yo…
algo está pasando en mí que no puedo explicar…
- ¿Eres gay?- interrumpiéndolo, lanzó
una curva fulmínate propiciándole un strike
-¿Yo?... mmm no vale no es eso… es
que no me gustó al máximo…
- Siempre supe que eras gay Daniel,
solo que eras muy lindo y me gustaba tu compañía –no hizo falta otro strike, ya
estaba ponchado.
Aunque en un principio fue
comprensiva ,XXX no entendía como su novio era gay (algo que ambos aceptaron)
si según él aseguraba que nunca había estado con un hombre, “Ves un carro y te
gusta, sin necesidad de manejarlo y montarlo, eso me pasa a mí cuando veo a un
hombre” dijo Daniel algo avergonzado. Fue en ese momento cuando el piojo dejó
de ser algo malo y uniéndose a él se transformó en su animal favorito. Su novia
quien excedió los límites de ser buena samaritana, decidió ayudarlo a buscar un
acompañante para que probara si estaba seguro que era gay. Comenzaron a llegar los candidatos y luego de
un minucioso examen Daniel debía marcar con una X (equis) quien era el elegido. Su novia nunca supo la
decisión que él tomó, mucho tiempo después lo detalló en una plaza pública con
un chico que parecía ser su novio, respiró profundo y sonrió por ayudarlo a
aceptar lo que ya ella y muchos sabían.
Fue en ese momento que Daniel
descubrió lo que realmente era, fue ese día que entendió que el proceso de
metamorfosis había finalizado, el desespero de su madre lo marcó mucho, el sufrimiento
de esa mujer que aseguraba ser “la culpable de todo” le dolía; pero fue él que
decidió crear ideas para sacar a la pobre mujer de ese estado de ánimo. Al final
lo logró, madre e hijo no estuvieron más unidos desde que ella lo tuvo nueve
meses en su barriga.
Le importaba poco lo que pensara
Vladimir Putín, Hugo Chávez, George Bush o los reyes de España. Se sentía feliz
así, estaba decidido a aceptar toda la parte negativa que toda decisión trae
consigo. Aprendió a tener el autoestima
alto, a luchar en contra de la marea, a hacerse sentir, a dejarse respetar por
los demás. Entendió que los estudios científicos aseguraban que los homofóbicos
eran homosexuales reprimidos, desde ese momento el odio hacia ellos se
convirtió en lástima. Él tuvo la suerte de realizar su metamorfosis antes de
que esa enfermedad llegara a su vida.
Los trucos que aprendió en la
Iglesia con la guitarra los llevó a “los paganos” creó una banda de rock alternativa, muy conocida por
su zona. Descargaba los problemas, situaciones incómodas en el duro, pesado
pero artístico ritmo del rock. Fue ensayando para un pequeño concierto, que
conoció al amor de su vida, Rodrigo. Los dos tenían ideas muy distintas de
concebir la vida. Eran como el agua y el aceite, pero en ellos la ley de los “polos
opuestos” tuvo resultado. Solo compartían el mismo gusto de música, era en ese
momento donde llegaba la paz.
Alejandro Magno, Beethoven, Oscar
Wilde, San Sebastián, William Wallace y hasta Lincoln (aunque luego se entregó
a los brazo de Dios, manteniendo en silencio su gusanito) cuidan a Daniel desde algún lugar, le
dan fuerzas y motivos para seguir luchando; porque un mundo de un solo color es
aburrido. La paleta de colores del arcoíris está en su piel para mostrarle al
mundo que no hay nada que ocultar ni nada que temer. Se dice que su piojo a
veces sale en las noches vestido con distintos tonos y contrates. El piojo que
lo aterrorizaba y repudiaba se unió a él, el día de su metamorfosis.
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