Ella se sentía hermosa. Vivía en un país donde la belleza
estaba en primer término, se podía pasar hambre, pero nunca estar mal arreglado
y con aspecto extraño. Algunas compañeras se burlaban de ella en susurros, siempre
lo sentía, pero comenzaba a restarle importancia al asunto; su familia decía
que ella era la más bella del universo, no tenía por qué dudarlo.
Caminar por los
pasillos del liceo no era nada fácil, su cuerpo no le permitía ir a un ritmo
más acelerado, deseaba por arte de magia llegar al salón de clases sin tener
que sentir de reojo las miradas inquisidoras de las jóvenes más atractivas del
lugar. En su diario ella siempre salía victoriosa y era la más aclamada, por
ahora debía aceptar la cruda realidad. Lo que parecía una bola de papel impactó
sobre su cuerpo, físicamente no sintió dolor, y a simple vista parecía que le
restaba importancia a la situación, pero por dentro se quemaba y la humillación
encendía su cartel de colores oscuros por encima de sus hombros. Notó que el
impacto venía desde la parte derecha, donde la favorita al reinado del colegio
estaba conversando con un grupo, la carcajadas entraban como agujas en sus
carnosos oídos.
Una parte del patio donde muy pocos se acercaban era el lugar
donde ella se encontraba con su amigo de la infancia, un joven que era señalado
al igual que ella por no ser parte de los altos estándares de belleza y
popularidad que en el lugar predominaban. El joven de lentes, que usaba ropa de
abuelos para su comodidad y era visitado por el acné le contó que se elegiría
la reina de la secundaria.
-Estoy buscando a una chica que triunfe por encima de la
siempre favorita, tiene que ser la sorpresa del año- le comentó el quinceañero
mientras limpiaba los lentes con su uniforme escolar.
-Debes buscar bien, no será nada fácil que gane éste año,
además esa niña tiene mucho dinero, cómodamente podrá sacar los mejores
vestidos y ganar esa noche. –contestó ella por diplomacia, realmente no le
interesaba ese tema.
-Yo pensé en ti.
-Ni lo sueñes.
-Tienes todo para ser reina, inteligencia, belleza, y
actitud.
-Pero peso más de cien kilos- dijo la chica silenciando la
conversación.
Desde niña consiguió un calmante en la comida, era su placer,
el lugar común a donde podía llegar. Sus padres también sufrían de sobrepeso,
ella era la única hija del matrimonio. Su niñez estuvo marcada por etapas de
tristeza, depresión y en algunos momentos indicios de una vida normal y feliz,
con el tiempo descubrió que todo era un espejismo. Cuando conocía gente nueva cambiaba por
completo su personalidad y sus gustos, descubrió que debía ser tierna ante los
demás, mostrar fragilidad y al mismo tiempo burlarse ella misma de su sobrepeso
y hacer chistes hirientes sobre su día a día para calar en un grupo social,
ella era la gorda del grupo, “las gordas están para hacer reír a los demás”
pensaba. Llegar a la pubertad le mostraba el camino de la madurez, cuando
cambió por completo y comenzó a quererse ella misma, los falsos amigos
desaparecieron, y el mundo se volvió en su contra. Olvidado en el rincón social
su compañero “nerd” de la infancia seguía intacto, perdonando que su amiga por
un largo tiempo lo apartara de su lado para sentir por vez primera los aires de
ser una chica “popular”
El tema fue cambiado, y muchos otros hicieron que la tarde no
fuera tan tortuosa, lejos de sus jueces podían estar tranquilos. El joven quiso
tocar de nuevo el tema y un rotundo “no” lo frenó. Solo se limitó a entregar a
la chica la planilla de inscripción por si decidía “cambiar de opinión”
Ya en su casa, le parecía una burla la idea de su amigo, “de
seguro llevaba una cámara en el bolso” pensó, había llegado un momento en que
no confiaba ni un su propia sombra. Luego de cenar más de lo debido, entendió
que él era su mejor amigo, y siempre estuvo en los mejores y peores momentos,
nunca tomaría acciones que la perjudicaran.
Sin darse cuenta la idea de ser candidata a reina del liceo
empezaba a inquietarla, y sentía emociones encontradas con solo imaginarlo.
Estaba segura de que sería la burla del colegio y el pueblo entero, pero ella
era indomable, y la idea de estar en contra de los parámetros de belleza del
lugar la excitaban. Ser la primera trae sus beneficios, siempre te recuerdan,
te respetan y admiran, aunque a veces no del todo las cosas pueden salir como
uno espera, ser la primera obesa del lugar en participar en un concurso de
belleza sería navegar en contra de la corriente.
Recordó las palabras de su madre cuando le dijo que admiraba
su valentía y de luchar por lo que quería, ella se sentía bella, no le
importaba lo que pensaran los demás al respecto. Luego de tanto pensarlo y
poner muchas piezas sobre la mesa ya tenía una respuesta para ella misma. Sacó
la planilla y anotó sus datos, se inscribía así para uno de sus viajes más
importantes y recordados de su vida. Con o sin apoyo sería una concursante, así
muchos terminaran muertos de la risa antes del concurso.
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