Tres años después la conocí. Muchos me hablaron de ella, de cómo era, de su carácter, de sus poderes especiales y de su capacidad para acabar con el enemigo más ágil con una dosis letal de amabilidad, sonaba algo extraño. Mi segundo año en la selva duró más de lo esperado.
La misión era lógica, derrotar a los jefes de la tribu, muy diferentes entre ellos pero capaces de hacer estragos en los débiles escritores. Decidí estudiar a un adversario que no conocía, su dureza, su falta de cariño era evidente, no toleraba la falta de un acento, una oración mal escrita, o una lágrima llena de culpa al sistema educativo venezolano.
Reconozco que un primer momento temblaba ante su presencia, sufría de sudoración excesiva y su agresividad me hizo conocer santos desconocidos para poder aplacarla. Fue gracias a un chamán que esos escalofríos se esfumaron, cuando amablemente me dio las hierbas necesarias para acabar con ese mal. Infusiones de lectura, obediencia machacada y hojas verdes de concentración, durante un año dieron efecto. Doblegué a la líder, tanto así que terminó siendo mi ejemplo en silencio, eso nadie lo sabe, de saberse, ojos de molestia se voltearían hacia mí, por estar de lado de la que por años destruyó los sueños de aquellos que querían ser guerreros de las letras sin saber por lo mínimo leer bien.
Ya estaba más cerca de la cima, pero no había terminado. Escondido entre el tumulto de personas que me conocían nos acercamos al templo, sería la primera vez para los presentes que escucharíamos sus palabras, “Ya pasó más de un lustro desde la primera vez que la vi” decía una carta de un alejado guerrero que dejó las armas por ir al campo de la ingeniería.
El silencio me ahogaba, la tensión no dejaba que moviera con facilidad mi cuerpo. Colores pasteles hacían juego con sus lentes, sentado muy cerca de ella, antes de arrancar con el ritual comenzó a observarme, me detallaba, pero con disimulo, sin percatarse que yo lo sabía todo, era una lucha de miradas por ver quién atacaba primero. Una carta llegó a sus manos, comenzó a revisarla, y luego con mirada inquisidora anunció que nos llamaría uno por uno para “conocernos mejor” todos los que estaban a mi alrededor sonámbulos aceptaron la idea, sin imaginar lo que ocurriría, deduje que los dioses de ella la protegían, cuando llegara mi turno comenzaría la batalla.
Eterno se hicieron los minutos, todos en procesión se levantaban y anunciaban su nombre y en explicaban en cual campamento residían, era lo suficientemente inteligente para saber donde neutralizar a todo aquel que ella considerara una amenaza. Mi turno llegó, dije mi nombre, mi edad, de donde era; por si no bastara ella quería saber más yo inconsciente lo solté todo, mi misión y el por qué estaba sentado enfrente de ella, tenía poderes mentales, ¡No lo dudé! Estaba a punto de desenvainar mi espada cuando volteó la cara buscando a otro. No pareció impórtarle, no me vio como una amenaza, eso me preocupaba.
Y así comenzó este fascinante y complejo recorrido. Felicitaciones y feliz cumpleaños de nuevo. ¡Saludos y hasta la próxima!
ResponderEliminarAsí es Nahuel. Fue el inicio de todo. Gracias, muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
Pues ya se evidenciaba la excelente escalada por los árboles de aquella selva, donde luego te convertirías en Cacique. Un abrazo, David!
ResponderEliminarGracias Alonso.
EliminarSaludos y abrazos para ti.