Los días eran un tren lento de recuerdos. Para él que un día anterior había cumplido sus 90 años, muy pocas cosas seguían teniendo sentido. Esa mañana reviso entre tantas cajas que lo acompañaban en silencio y no conseguía lo que buscaba. La memoria hacía estragos, el cuerpo se burlaba de sus pasos y el cansancio siempre lo hacía desistir, pero esa vez no sería igual. Al final escondido en el armario, un cofre con monedas era lo que buscaba, eso notaron los cuadros de la casa al ver que llenos de telarañas sus dientes de nuevo aparecían. Desde muy niño Alonso sintió gusto por las monedas, sentía que en ella se guardaban retazos de la historia. Le gustaba pensar que entre sus fríos cuerpos, las manos de miles de personas habían pasado para acariciarlas, golpearlas, ultrajarlas, amarlas. Decía a sus amigos que eran capaz de comunicar a personas de distintos lugares sin siquiera conocerse. Y parecía que tenía razón. Lo cierto fue que desde el día que nació, su vida estuvo ligada ...